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Escritores de la libertad

  Luego de ver la película, realizar las siguientes actividades. 1) Complet en el siguiente cuadro respondiendo a las mismas preguntas antes y después de la llegada a la escuela de la profesora Gruwell ·          ¿Cuáles son los problemas que tiene el curso para relacionarse entre sí? ·          ¿Qué mirada tienen los/as estudiantes del curso y de la escuela? ·          ¿Cuántos subgrupos coexisten en el curso? ¿Cómo se organizan? ·          ¿La escuela es un lugar seguro para los/as estudiantes? ¿Por qué? ·          ¿El curso es un lugar en donde se puede aprender? ¿Por qué? Antes Después                                                                                 Luego de analizar, a través del cuadro, el curso antes y después de la llegada de la profesora Gruwell, respondan a las siguientes preguntas 2) ¿Qué importanci

Mi historia en el Laberinto

  Actividad de producción personal: Mi historia en el laberinto. En las actividades anteriores analizamos el mito de Teseo y Ariadna. A través de los textos trabajados conocimos diferentes versiones de cada personaje, del laberinto, de las personas enviadas como sacrificio, descubrimos las diversas motivaciones que llevaron a los personajes a actuar de determinada manera. Ahora es el momento de contar tu propia versión: Escribí un cuento en primera persona en el que tu personaje – podés ser vos mismo/a – es llevado al laberinto para ser entregado/a como tributo al Minotauro. Al llegar, descubrirás que el Minotauro no era el monstruo del que hablaban afuera. Tenés que pensar en qué tiempo va a desarrollarse el cuento. Puede ser en la Grecia antigua donde transcurre el mito, en la actualidad, inventando que el laberinto nunca fue destruido, e incluso en el futuro. Una vez que decidas el tiempo, tenés que decidir quién será el personaje principal preguntándote: ¿Cómo se llama?, ¿Cómo

Los Reyes, de Julio Cortázar

  Los Reyes, de Julio Cortazar

La casa de Asterión, de Jorge Luis Borges

  La casa de Asterión (Jorge Luis Borges) Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión. Apolodoro:Biblioteca,iii,I.             Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)[1] están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios pero si la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida). Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo

Videos sobre el mito de Teseo, Ariadna y el Minotauro

 Sobre el origen del Teseo https://youtu.be/hWdY2GETVmk https://youtu.be/BFhf46MuAZY Sobre el origen del Minotauro https://youtu.be/R9Pstv1ikng Teseo en el Laberinto https://youtu.be/LVzfR_F6SBQ
  MITO: TESEO Y ARIADNA.       Aquella noche, Egeo, el anciano rey de Atenas, parecía tan triste y tan preocupado que su hijo Teseo le preguntó: —¡Qué cara tienes, padre...! ¿Acaso te aflige algún problema? —¡Ay! Mañana es el maldito día en que debo, como cada año, enviar siete doncellas y siete muchachos de nuestra ciudad al rey Minos, de Creta. Esos desdichados están condenados... —¿Condenados? ¿Para expiar qué crimen deben, pues, morir? —¿Morir? Es bastante peor: ¡serán devorados por el Minotauro! Teseo reprimió un escalofrío. Tras haberse ausentado durante largo tiempo de Grecia, acababa de llegar a su patria; sin embargo, había oído hablar del Minotauro. Ese monstruo, decían, poseía el cuerpo de un hombre y la cabeza de un toro; ¡se alimentaba de carne humana! —¡Padre, impide esa infamia! ¿Por qué dejas perpetuar esa odiosa costumbre? —Debo hacerlo —suspiró Egeo—. Mira, hijo mío, he perdido tiempo atrás la guerra contra el rey de Creta. Y, desde entonces, le debo un tributo: cada